domingo, 29 de noviembre de 2015

Análisis y crítica de las investigaciones históricas de la infancia en México.

El argumento que pudimos analizar es de Barbara Potthast hablaba de que hace poco que las investigaciones sobre los niños y los adolescentes se empezaron a focalizar y empezaron a dar un de que hablar sobre estos temas ya que son temas muy importantes para tratar y estudiar. Llama la atención que en estos trabajos los niños y los jóvenes interesan menos como sujetos que en la medida en que representan un aporte o un problema para las madres, las familias o la sociedad en general.
 Hace pocos años, en un artículo sobre la niñez en México e Hispanoamérica, Silvia Arrom se veía obligada a “recordar a nuestros investigadores la posibilidad de considerar a la niñez como un tema digno de estudio” cosa que se nos hace un poco egoísta ya que es un tema muy importante para tratar y hasta que hace pocos años se empezó a observar a los niños en los casos “importantes” como el problema del abandono y de la criminalidad infantil, recalca que hay un mundo de investigaciones en cuanto a las cualidades y problemas de los niños pero que hace falta aún más como una investigación en general de la infancia y la adolescencia. Gracias a la preocupación de hoy en día sobre estos dos puntos que son infancia-adolescencia los individuos son conocidos y tienen derechos deberes una libertad de expresión y una vida por disfrutar y también están conscientes de que las interpretaciones van evolucionando conforme pasa el tiempo y esto se revelara en los estudios futuros; recalca que la familia y el padre de familia influyen también en el comportamiento y las acciones que estos tienen y que hace tiempo el gobierno no se podía meter en los problemas ya que era parte de la privacidad de las familias y que gracias a la separación de la religión y el estado todo cambio los valores se perdieron y el vandalismo creció mucho de manera que las relaciones familiares cambiaron mucho.


Y de ahí viene la conciencia de los investigadores que concientizaron más que nada la importancia de la función de una madre para el bienestar social y también ya, los jóvenes y los niños fueron objeto de preocupación social y estatal. Te habla de que el romanticismo contribuyó a ver desde otra perspectiva los términos de adolescencia e infancia y e n la línea inaugurada por Rousseau hablaba de que los niños estaban como un buen perfil no contaminado por malos hábitos  en el pensamiento de algunos europeos.
Explica cómo es que los niños con controversias, malos, irrespetuosos, problemáticos tienen un enfoque social al que de lo contrario los buenos infantes, felices e inocentes no.

Algunos de los artículos reunidos en este Dossier analiza justamente este aspecto.
Así, Eugenia Rodríguez se ocupa de la percepción del estupro, el incesto y la violación de niñas en Costa Rica,
Carmen Ramos Escandón. En el caso de México en el siglo XIX, las modificaciones delas regulaciones jurídicas, aquí específicamente las que rigen las relaciones entre padres e hijos, tienen que ver con el intento de construir un Estado secular y poderoso, capaz de imponer sus leyes en los siglos XIX y XX.
 Ruth Stanley, muestra que, pese al hecho de que la perspectiva asistencialista y tutelar ha sido abandonada oficialmente por un discurso que concede derechos y personalidad propia a los menores de edad, en la mayoría de los países la vieja idea sigue vigente y domina la realidad social.

En conclusión podemos recalcar que es muy importante enfocarnos en cómo ha sido nuestro pensamientos a través del tiempo en los conceptos de infancia-adolescencia ya que son puntos muy importantes para el estudio, de igual manera podremos defender los derechos de estos teniendo esta información recabada como base social.


No obstante el hecho de que América Latina es un continente eminentemente joven, donde casi la mitad de la población tiene menos de 18 años, sólo en los últimos años se observa un creciente interés por la infancia en los campos de la investigación científica, la política y la asistencia social, aunque concentrado en el problema del abandono y de la criminalidad infantil. Existe entretanto una abundante bibliografía sobre la situación actual de los niños de la calle y los menores delincuentes, y en menor medida sobre el trabajo infantil en diversos países pero faltan estudios generales sobre la infancia y la juventud en América Latina.
La preocupación, sin embargo, no es nueva; sobre todo alrededor de 1900 existía ya un interés por estos temas, pero el enfoque actual difiere fundamentalmente del de hace cien años. Mientras que entonces se veía a los niños como “menores”, y por lo tanto necesitados de protección y educación, ahora se los empieza a ver como personas independientes, con necesidades y derechos propios. Tanto a nivel internacional como a nivel de las distintas políticas nacionales, se trata de darles voz y derechos a los niños y a los jóvenes a través de las leyes y las instituciones oficiales.
Todo esto indica que las nociones de infancia y juventud están cambiando. Ya sabemos que estas categorías siempre son construcciones culturales sometidas a un cambio constante y variable según las culturas y las épocas. Precisamente por esto, un análisis de tales nociones nos ofrece también información acerca de la sociedad en cuestión, revelándonos problemas que las perspectivas tradicionales no permitían ver, como por ejemplo la existencia de conflictos generacionales y de poder dentro de la familia o ciertos problemas de identidad individual o colectiva. Por estos motivos, en el presente Dossier no nos hemos propuesto abordar el tema de la niñez y la juventud desde la perspectiva del origen y la transformación de dichos conceptos, sino en su intersección con cuestiones políticas y culturales específicas.
Las relaciones entre el Estado y la familia en América Latina siempre estuvieron caracterizadas por cierta tensión entre la “patria potestad”, que regía la familia desde la época colonial, y el monopolio del Estado en asuntos vinculados con la ley, la justicia y la violencia. Durante largo tiempo, la familia fue concebida como una entidad corporativa, regida por el patriarca. La autonomía familiar y sobre todo la autoridad paterna eran consideradas primordiales e intocables. Hasta hoy, el control que ejerce el hombre sobre su mujer y sus hijos forma parte importante de su honor masculino. No obstante, con la desaparición de los privilegios corporativos y a partir del proyecto de establecer Estados modernos y fuertes, estos últimos empezaron a reclamar el control sobre los temas vinculados con la familia. La consolidación del Estado y la diversificación de sus funciones volvieron más permeable la frontera entre el ámbito familiar, privado, y el sociopolítico, público. Todavía hoy sigue siendo un tema difícil y controvertido –y de gran importancia a nivel de la sociedad y del Estado– el determinar los límites de la esfera privada, protegida contra cualquier interferencia de las autoridades estatales, y establecer dónde empiezan las relaciones estrictamente familiares. Esto se pone en evidencia no sólo en los debates sobre la penalización de la violación dentro del matrimonio, sino también en casos en que los padres niegan un tratamiento médico a sus hijos por razones religiosas:
¿Puede o debe el Estado intervenir para salvar la vida del niño, o debe respetar las convicciones éticas de los padres?
Hasta el siglo XIX, el Estado solamente intervenía en casos de violencia grave; con esta salvedad, los problemas familiares eran considerados asuntos “privados” o religiosos.
Con la fundación del Estado moderno y la separación entre la Iglesia y el Estado, éste se vio forzado, no obstante, a reconsiderar algunas posiciones referentes a instituciones como el matrimonio, el divorcio o los nacimientos dentro y fuera del matrimonio

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