El argumento que pudimos
analizar es de Barbara Potthast hablaba de que hace poco que las
investigaciones sobre los niños y los adolescentes se empezaron a focalizar y
empezaron a dar un de que hablar sobre estos temas ya que son temas muy
importantes para tratar y estudiar. Llama la atención que en estos trabajos los
niños y los jóvenes interesan menos como sujetos que en la medida en que
representan un aporte o un problema para las madres, las familias o la sociedad
en general.
Hace pocos años, en un artículo sobre la niñez
en México e Hispanoamérica, Silvia Arrom se veía obligada a “recordar a
nuestros investigadores la posibilidad de considerar a la niñez como un tema
digno de estudio” cosa que se nos hace un poco egoísta ya que es un tema muy
importante para tratar y hasta que hace pocos años se empezó a observar a los
niños en los casos “importantes” como el problema del abandono y de la
criminalidad infantil, recalca que hay un mundo de investigaciones en cuanto a
las cualidades y problemas de los niños pero que hace falta aún más como una
investigación en general de la infancia y la adolescencia. Gracias a la
preocupación de hoy en día sobre estos dos puntos que son infancia-adolescencia
los individuos son conocidos y tienen derechos deberes una libertad de
expresión y una vida por disfrutar y también están conscientes de que las
interpretaciones van evolucionando conforme pasa el tiempo y esto se revelara
en los estudios futuros; recalca que la familia y el padre de familia influyen
también en el comportamiento y las acciones que estos tienen y que hace tiempo
el gobierno no se podía meter en los problemas ya que era parte de la
privacidad de las familias y que gracias a la separación de la religión y el
estado todo cambio los valores se perdieron y el vandalismo creció mucho de
manera que las relaciones familiares cambiaron mucho.
Y de ahí viene la
conciencia de los investigadores que concientizaron más que nada la importancia
de la función de una madre para el bienestar social y también ya, los jóvenes y
los niños fueron objeto de preocupación social y estatal. Te habla de que el
romanticismo contribuyó a ver desde otra perspectiva los términos de
adolescencia e infancia y e n la línea inaugurada por Rousseau hablaba de que
los niños estaban como un buen perfil no contaminado por malos hábitos en el pensamiento de algunos europeos.
Explica cómo es que
los niños con controversias, malos, irrespetuosos, problemáticos tienen un
enfoque social al que de lo contrario los buenos infantes, felices e inocentes
no.
Algunos de los
artículos reunidos en este Dossier analiza justamente este aspecto.
Así, Eugenia Rodríguez se ocupa de la
percepción del estupro, el incesto y la violación de niñas en Costa Rica,
Carmen Ramos Escandón. En el caso de México en el siglo XIX, las
modificaciones delas regulaciones jurídicas, aquí específicamente las que rigen
las relaciones entre padres e hijos, tienen que ver con el intento de construir
un Estado secular y poderoso, capaz de imponer sus leyes en los siglos XIX y XX.
Ruth
Stanley, muestra que, pese al hecho de que la perspectiva
asistencialista y tutelar ha sido abandonada oficialmente por un discurso que
concede derechos y personalidad propia a los menores de edad, en la mayoría de
los países la vieja idea sigue vigente y domina la realidad social.
En conclusión podemos
recalcar que es muy importante enfocarnos en cómo ha sido nuestro pensamientos
a través del tiempo en los conceptos de infancia-adolescencia ya que son puntos
muy importantes para el estudio, de igual manera podremos defender los derechos
de estos teniendo esta información recabada como base social.
No obstante el hecho de que América
Latina es un continente eminentemente joven, donde casi la mitad de la
población tiene menos de 18 años, sólo en los últimos años se observa un
creciente interés por la infancia en los campos de la investigación científica,
la política y la asistencia social, aunque concentrado en el problema del
abandono y de la criminalidad infantil. Existe entretanto una abundante
bibliografía sobre la situación actual de los niños de la calle y los menores
delincuentes, y en menor medida sobre el trabajo infantil en diversos países
pero faltan estudios generales sobre la infancia y la juventud en América
Latina.
La preocupación, sin embargo, no es
nueva; sobre todo alrededor de 1900 existía ya un interés por estos temas, pero
el enfoque actual difiere fundamentalmente del de hace cien años. Mientras que
entonces se veía a los niños como “menores”, y por lo tanto necesitados de
protección y educación, ahora se los empieza a ver como personas
independientes, con necesidades y derechos propios. Tanto a nivel internacional
como a nivel de las distintas políticas nacionales, se trata de darles voz y
derechos a los niños y a los jóvenes a través de las leyes y las instituciones
oficiales.
Todo esto indica que las nociones de
infancia y juventud están cambiando. Ya sabemos que estas categorías siempre
son construcciones culturales sometidas a un cambio constante y variable según
las culturas y las épocas. Precisamente por esto, un análisis de tales nociones
nos ofrece también información acerca de la sociedad en cuestión, revelándonos
problemas que las perspectivas tradicionales no permitían ver, como por ejemplo
la existencia de conflictos generacionales y de poder dentro de la familia o ciertos
problemas de identidad individual o colectiva. Por estos motivos, en el
presente Dossier no nos hemos propuesto abordar el tema de la niñez y la
juventud desde la perspectiva del origen y la transformación de dichos
conceptos, sino en su intersección con cuestiones políticas y culturales
específicas.
Las relaciones entre
el Estado y la familia en América Latina siempre estuvieron caracterizadas por
cierta tensión entre la “patria potestad”, que regía la familia desde la época
colonial, y el monopolio del Estado en asuntos vinculados con la ley, la
justicia y la violencia. Durante largo tiempo, la familia fue concebida como
una entidad corporativa, regida por el patriarca. La autonomía familiar y sobre
todo la autoridad paterna eran consideradas primordiales e intocables. Hasta
hoy, el control que ejerce el hombre sobre su mujer y sus hijos forma parte
importante de su honor masculino. No obstante, con la desaparición de los
privilegios corporativos y a partir del proyecto de establecer Estados modernos
y fuertes, estos últimos empezaron a reclamar el control sobre los temas
vinculados con la familia. La consolidación del Estado y la diversificación de
sus funciones volvieron más permeable la frontera entre el ámbito familiar,
privado, y el sociopolítico, público. Todavía hoy sigue siendo un tema difícil
y controvertido –y de gran importancia a nivel de la sociedad y del Estado– el
determinar los límites de la esfera privada, protegida contra cualquier
interferencia de las autoridades estatales, y establecer dónde empiezan las
relaciones estrictamente familiares. Esto se pone en evidencia no sólo en los
debates sobre la penalización de la violación dentro del matrimonio, sino
también en casos en que los padres niegan un tratamiento médico a sus hijos por
razones religiosas:
¿Puede o debe el
Estado intervenir para salvar la vida del niño, o debe respetar las
convicciones éticas de los padres?
Hasta el siglo XIX,
el Estado solamente intervenía en casos de violencia grave; con esta salvedad,
los problemas familiares eran considerados asuntos “privados” o religiosos.
Con la fundación del
Estado moderno y la separación entre la Iglesia y el Estado, éste se vio
forzado, no obstante, a reconsiderar algunas posiciones referentes a
instituciones como el matrimonio, el divorcio o los nacimientos dentro y fuera
del matrimonio
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